Diego dejó a Aurora en el suelo y preguntó: —¿Y en la cocina?
Anoche Clara estaba preparando el menú. Los gustos de los niños son muy diferentes, y preparar varios platos requiere tiempo.
—No está ahí.
Respondió Lunia al bajar las escaleras. —Tampoco está arriba.
Aurora observó el patio exterior y no vio rastro de Clara. Encogió los hombros para indicar que no sabía.
Diego se extrañó y se acercó a la cocina para echar un vistazo.
El horno ya había alcanzado el tiempo establecido y emitía un pitido ocasional.
Abrió el horno y sacó un pequeño pastel.
Junto a él había más pasteles sin hornear, así como frutas y crema preparadas.
Para hacer todas estas cosas, Clara necesitaría todo un día.
Obviamente, solo había hecho la mitad y luego se detuvo. Hoy era un día de reunión familiar y ella no lo abandonaría a mitad de camino.
Sacó su teléfono móvil y llamó a Clara. El tono del teléfono sonó fuerte en la encimera de la cocina, pero el teléfono de Clara había desaparecido.
Aurora sostenía una p