Capítulo XIV

–¡¿Pero que es esta falta de respeto?! ¡¿Cómo se atreven a no darnos paso a la hacienda?!

–Adrián, cálmate la señora Ponce y Galán ordeno que nadie podía entrar a la hacienda, solo su heredero – todos los hacendados abren sus ojos totalmente sorprendido

–¿Qué demonios estás diciendo? Esa anciana no tenía hijos es más enviudo hace más de veinte años

–No estoy mintiendo yo era su administrador, ella misma me dijo que había nombrado a una señorita como su heredera y es más la reconoció como hija

–Es decir que esa anciana…

–Encontró la forma de que su hacienda no pasara a subasta pública – a los lejos ven como el coche se detiene y de este baja una mujer con una capa puesta ocultando su rostro y la ven caminando hacia la casa grande – tenemos que esperar hasta que la señorita de La Sacerdotisa se presente, lo mejor es irnos Adrián

–Si tienes razón lo mejor es irnos – monta en Cristal y se regresa a su hacienda – “Catalina…Catalina mi amor ¿Qué será de ti?”

En La Sacerdotisa

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