40. Adiós mi gran amor
Kaira se sentía humillada y profundamente herida. No solo Arin no le había creído, sino que aquel lugar que era su sueño y había empezado a construir ahora debía dejarlo, su reputación e integridad había sido manchada, ya no había vuelta atrás.
Su asistente se acercó de pronto y la abrazó, —Llamaré un taxi, quiero que sepas que te creo, sé que solo hace unos pocos días que nos conocemos, pero sé leer a las personas y eres buena, nadie que se preocupe por los demás como tú lo haces puede hacer cosas tan despreciables.
— Te lo agradezco, tus palabras me dan un poco de aliento.
— Solo, no pierdas la fe, en algún momento todo se descubrirá y deberán pedirte perdón…
Necesitaba ir hasta donde su madre lo más rápido posible, así que no había tiempo para nada más, devastada, tomó su cartera y aquel dinero regado por doquier, tomó el taxi que su asistente le había llamado y emprendió aquel viaje que se le hizo eterno.
Ya frente a su casa, pagó y salió con rapidez hacia el vehículo, se encontró