38. No es lo que piensas
Kaira sintió su corazón oprimido; había llegado el momento. Al día siguiente, aquello que su hermana y ella habían jurado finalmente se cumpliría.
— Le agradezco tanto su apoyo y aún más la rapidez con la que planeó todo.
— La esperará una embarcación en el río, de allí la llevarán a un lugar seguro donde le harán un pasaporte y luego le comprarán el pasaje y la acompañarán a su nueva residencia.
— Solo deseo que pueda estar bien de nuevo.
— Estará segura, mi personal es de mi entera confianza.
— Eso me hace muy feliz, no podré despedirme de ella, pero ¿cree que podría enviarle un mensaje de mi parte?
—Sí, claro.
— De acuerdo, “Todas las mañanas al levantarte solías sonreír, decías que estar viva y tenernos a nosotros era una razón suficiente para hacerlo, sin embargo, las malas experiencias la apagaron, pero ahora te daré una razón más, vas a ser abuela y no sabes la ilusión que me hace el que puedas sostenerlo en tus brazos así que no te rindas”.
— Qué maravillosa noticia, te felici