La temperatura del agua esta exquisita, me limito a nadar cerca del yate porque tengo miedo de acalambrarme y ahogarme. Estoy flotando de espalda permitiendo que el sol pegue en mí y así relajarme aún más hasta que de pronto, sus manos me sorprenden colocándose por debajo de mi cuerpo casi como sosteniéndome.
—¿Puedo preguntarte algo? — Abro mis ojos a pesar de que me molesta el sol y lo miro