14. Can't keep my hands to myself

Su mano acaricia mi rodilla por debajo de la mesa mientras que cenamos bajo un juego de miradas que podrían prender fuego el restaurante completo. Me es difícil comer porque cada roce de sus dedos es una caricia que incita a olvidarse de todo «¿porque tiene que ser así? ¿No podemos cenar como dos personas normales? ¿No se cansa nunca?»

Lo miro intentando que entienda que debe detenerse, pero al parecer, hacerme esto le divierte y solo me lanza una pícara sonrisa que me deja saber que está disfrutando de verme así. —¿No te cansas nunca? — Me atrevo finalmente a preguntarle.

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