Amor Con Hielo
Amor Con Hielo
Por: Yina Zabala
Prólogo

Logan 

La observo y realmente estoy fascinado, sentirse privilegiado por ser correspondido en el amor es realmente gratificante.  Ella es perfecta en todo sentido, no solo hablo de lo físico, sino también de su personalidad, Amelia es la mujer más encantadora que conozco, alegre, empática y humilde, algo que poco se ve en este tiempo. 

No dejo de observar su rostro, siento gran admiración por ella, eso sin duda fue lo que más me enamoró. Su honestidad, su amabilidad, ella emana alegría, irradia seguridad y confianza. Cada vez me convenzo más de lo que quiero en mi futuro, es claro que lo que quiero en mi futuro es a ella, no me imagino otra realidad. 

Se quita sus patines viejos, suelta su cabello dejando ver lo largo y ondulado que está, el color café resalta tanto como sus ojos del mismo tono, sus largas pestañas se mueven cada vez que ella me mira y esos hoyuelos en sus mejillas que se forman cuando esboza una sonrisa genera una liberación de oxitocina en mi, definitivamente su compañía se convirtió en mi momento favorito.

—¿Qué tanto me miras? —dice con sus mejillas sonrojadas—. Me estoy sintiendo un poco intimidada por la forma en que me ves.

—Te miro a ti, adicional agradeciéndote inmensamente por permitirme compartir contigo este día tan especial. —Saco una bolsa de regalo y se la entregué—. Es tu regalo de cumpleaños, no todos los días cumples veinte años. —Ella lo destapa con gran emoción, sus ojos se iluminan al ver el par de patines color neón que están frente a ella. 

—Esto es muchísimo, ni siquiera en mis mejores sueños hubiese podido tener uno de estos. No debiste gastar tu dinero así, —la siseo y beso su mano. 

—¿Por qué no? por mi gastaría toda la fortuna que tengo en ti, con tal de ver de nuevo esa sonrisa. —Ella se pone de pie y se acerca para luego darme un abrazo, se sienta sobre mis piernas mientras pasa su dedo índice por mi rostro. 

—Te amo tanto, eres el mejor hombre del mundo, no me cansaré de decirlo. —Deja pequeños besos regados por mi cara. 

Ella se sienta de nuevo en su lugar pedimos al mesero algo para beber, este es nuestro lugar favorito, tiene una enorme pista de hielo donde ella puede practicar sus acrobacias. Aquí siempre venimos a comer y de paso a ver su gran talento. Ella y yo somos de mundos distintos, ella es la nieta de la jardinera de la casa, mientras tanto, yo soy el hijo de uno de los empresarios de exportación de autopartes más importantes del país. Es claro que la diferencia social afecta, mi papá y mi abuelo son bastantes clasistas, según ellos debo involucrarme con alguien de mi estatus social. Según ellos así podría hacer que mi futuro y el futuro de mi familia sea mucho mejor. El gran problema es que a mí no me interesa el futuro sin ella, el dinero va y viene, pero el amor solo se encuentra una vez en la vida. Llevamos dos años de relación y debo reconocer que han sido los dos mejores años de mi vida.

—Está realmente delicioso todo esto, pero no debiste contradecir a tu papá. Mi abuela me dijo que escuchó cuando él te dijo que deberías ir a terminar tus estudios a otro país —dice bajando su mirada.

—Por lo que veo no te dijo todo completo, le respondí a mi papá que no. Mis estudios los voy a terminar aquí pese a lo que él dice, porque te aseguro que nada ni nadie me va a separarme de ti. —Sujete sus manos, el calor que emana desprende un magnetismo que provoca que no quiera alejarme de ella.

Deje que Amelia terminara de comer, porque faltaba todavía una sorpresa en la noche, una sorpresa que cambiaría nuestros días. No voy a dejar que pase más tiempo. Colocó la mano dentro de mi bolsillo del pantalón sintiendo como la caja que tengo allí guardada quiere salir, mis manos me tiemblan y mi mente repasa una y otra vez las letras que escribí para poder decirle todo a ella.

—Estás muy raro, te noto bastante pensativo —habla sacándome de mis pensamientos.

—Tienes razón, creo que las cosas deberían cambiar entre nosotros. Estoy cansado de verme contigo a escondidas, de fingir ante mi familia que no pasa nada, soy un adulto y creo que puedo tomar mis propias decisiones. Espero que la conclusión de esto sea tal como me la he imaginado por tanto tiempo. —Me arrodillo y saco la caja de terciopelo, ella se ríe de inmediato y tapa con sus manos su boca—. Definitivamente no me imagino la vida sin ti, quiero que seas la mujer de mi vida y la madre de mis hijos. Cásate conmigo por favor, dame el privilegio de verte despertar a mi lado todos los días. ¿Quieres hacerlo? —Cuestione, mientras cruzaba mis dedos esperando que ya diera una respuesta positiva.

Sus ojos se cristalizan, mueve su cabeza afirmando, tome aquel objeto y lo puse en su dedo anular. Nos pusimos de pie para luego darnos un abrazo y un sutil beso. Algunas personas allí presentes, se pusieron de pie y aplaudieron. 

—Te voy a hacer la mujer más feliz —dije mientras besaba la comisura de sus labios. 

—Sabes a la perfección, que nadie va a estar de acuerdo con esta boda. —Rode mis ojos.

—No me importa enfrentarme al mundo por ti, créeme que no me importa nada más que estar contigo. —La abrace por detrás—. Señora Amelia de Trembley, suena muy bien eso ¿No lo crees? —ella asiente con su cabeza.

Comenzamos a alistar las cosas para irnos a otro lugar, tenía muchas sorpresas por darle está noche. Bebi dos copas más, hoy había sido un día lleno de celebración, la tomé de la mano y nos fuimos camino al carro, el clima hoy no estaba muy bueno, el invierno estaba llegando y la tormenta se aproximaba, nos subimos al carro para yo manejar por la carretera rumbo al norte. En el camino, no dejaba de observarla, sonreía cada vez que giraba para verla, agarraba su mano y le daba apretones. 

Parpadee un par de veces, luego de acercarme a besarla por tercera vez y perderme en su encanto,  al volver la vista al frente ví un camión que venía hacia nosotros. Moví el volante rápido para poder desviarlo, pero la humedad del suelo no permitió que tuviéramos estabilidad. Dimos una vuelta para luego chocar contra otro automóvil y los dos rodar por un risco.

—Amor tengo miedo —dijo con su voz temblorosa. 

—Estoy contigo mi amor —comenté—. Voy a soltarme, procura hacer lo mismo. Podemos saltar, abre la ventana o la puerta. —Pensé y a su vez le dije, sujeté su mano y ví esa opción como la mejor. 

Todo ocurrió muy rápido, sin embargo, para mí todo fue en cámara lenta. Alguna vez leí que esto se debe hacer en caso de accidente, en estos momentos lo creí, en especial porque no quería perderla. Me golpeé la cabeza y el cuerpo en repetidas ocasiones. 

Al despertar, moví mis ojos de lado a lado me dolía mover el cuerpo. 

A mí alrededor, habían unas cuantas personas llegando, no obstante, ella no se veía por allí. Busqué la forma de ponerme de pie, pero mi pierna tenía un trozo de vidrio enterrado, al lado izquierdo estaba mi carro un poco aplastado, mientras otro estaba a unos cuantos metros de la misma forma. Moví mis brazos buscando mi teléfono, un fuerte estallido hizo que mi vida se detuviera, ambos carros se encendieron en su totalidad, un grito agudo salió de mí mientras que algunas personas solo se retiraban de la escena. Fue tanto el impacto que de inmediato me desmayé. 

Al despertar, estaba en un cuarto blanco, las máquinas sonaban constantemente. Mi pierna estaba rodeada de una tela blanca, al lado derecho estaba una enfermera.

—¡Despertó! que bien le avisaré al médico —dice bajando sus manos. 

—¿Dónde está mi novia? —ella baja la mirada.

—Lo siento, solo llegó usted acá. Tengo entendido que fue el único sobreviviente del accidente, unas tres personas murieron. —Eso fue como un balde de agua fría, quedé estático. 

Nunca me había imaginado como me llegaría la muerte, sin embargo, puedo decir con exactitud que hoy estoy muerto en vida.

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