Juan no perdió el tiempo y llamó a dos personas más: una prostituta que llevó medicinas y un camarero que sirvió la bebida a Clara. Además, mostró videos de seguridad que registraban el momento en que Martina compraba la medicina y conversaba en voz baja con la doncella después de bajar las escaleras.
Con pruebas testimoniales y materiales, quedó claro que Martina había ideado un malévolo plan. La evidencia dejó a Martina sin palabras y su esposo Carlos en estado de shock.
La habitación quedó en silencio por un momento hasta que Juan, lleno de ira, golpeó la mesa con fuerza. Martina y Carlos, temblando de miedo, se arrodillaron ante él.
En lugar de recurrir a la violencia física, Juan optó por una venganza más efectiva: transfirió las acciones de Martina a nombre de Clara. Esta decisión dejó a Martina y Carlos estupefactos, más afectados que si hubieran recibido un castigo físico. Era un golpe directo a su orgullo y posición.
Martina no aceptó la derrota y expresó su descontento: