Me siento como en las nebulosas. Mi cerebro ha dejado de funcionar, ya no puedo diferenciar entre el bien y el mal, ni lo que es correcto de lo incorrecto. Lo supe desde el mismo momento que estuvo parado frente a mí. Olía a pecado, perversión y peligro. Un olor inigualable, delicioso y atrapante. Algo dentro de mi ser me advirtió del riesgo al que me estaba exponiendo, sin embargo, y, a pesar de que intenté resistirme con todas mis fuerzas, no pude hacer nada al respecto. Él ejerce una fuerza gravitacional sobre mí que me atrae a él sin que pueda resistirme.
¿Es así como huele el demonio?
Sus manos son ásperas, seguras y decididas. Sabe dónde tocar y cómo hacer vibrar el cuerpo de una mujer. Me gusta, no puedo negarlo, no obstante, sé que después de que recobre la consciencia voy a arrepentirme de esto.
«El demonio es hábil y poderoso, Rachel. Usará cualquier herramienta para convencer, engañar y atraparte. No puedes dejar que te tiente, que te convierta en una puta pecadora. Pert