Su silencio no me gustó. Rafael me miraba.
—Catica es muy noble, solo necesita un poco de tiempo y que la familia sea tu colchón, tu comodín y tu respaldo.
—Te veo preocupado. —Se sentó en la cama, suspiró.
—El doctor Haan es endocrino, dijo que era conveniente tratar a Catalina con algunas sesiones de yodo terapia para evitar un posible cáncer, no es descabellada su sugerencia. —Me encogí de hombros.
—La señora Samanta autorizará lo que sea más conveniente.
—Fue ella la que no lo autorizó.
—¿Por?
—Porque eso mataría ese diez por ciento que tiene Catalina para concebir hijos.
Abrí la boca, me senté en el mueble en el cuarto. Rafael me analizaba, jamás he pensado en tener hijos, solo en que sea
—Catalina adora los niños.
—Exacto, la yodo terapia es radiactiva y mi Sabanera no quiere matarle la posibilidad a su hija de ser madre, mientras estemos supervisándola sobre un posible cáncer, al tiempo podemos ir dándoles nutrientes a su útero, fortaleciendo sus óvulos.
—¿Y qué tengo