Desde que llegamos a Argentina Marcos no me ha dejado sola, desde que a mi tío lo sacaron de la sala de operaciones, cuando me dejaron estar con él, incluso hasta cuando abrió los ojos horas después, si miraba a un costado Marcos se encontraba junto a mí.
Despues de haber pasado por todo y ver que mi tio se mejoraba, el alma me volvió al cuerpo, es terco y testarudo como ninguna otra persona, luego de darle una buena regañada por no cuidarse y asustarme, miro a Marcos que se encontraba sentado y dormido en una silla pequeña para su estatura, es lo más probable que eso duela después.
—Marcos, Marcos —lo muevo y va despertando poco a poco— este lugar es incómodo para dormir, además tienes responsabilidades allá en Estados Unidos, puedes regresar yo estoy bien.
Por más que le insistí una y otra vez no pude convencerlo de lo contrario.
—No te preocupes, ya deje a cargo a mi mano derecha, si surge algo urgente me llamará, ahora lo importante es que tu tío se ponga bien.
Puede existir una