Nicolás
—¿Puedo saber en donde carajos estabas? —le grito furioso a mi hijo, a quien encuentro en su casa tirado sobre su cama en un estado deplorable de ebriedad.
—Puedes bajar la voz —me dice mientras apenas abre sus ojos para verme.
—Te dejé a cargo del bufete y de los negocios, al parecer crees que ser jefe es estar de fiesta bebiendo hasta que salga el sol —le lanzo su ropa a su cara, ya que apenas estaba vestido.
—¡Tengo una vida también! No estaba en mi mejor momento cuando me pediste esto.
—Eso me importa una mierda, se suponía que ibas a controlar a Dante ¿Y qué hiciste?
—No crees que es bastante grande como para que tenga que estar detrás de él, además deja que se coja a la periodista, ya la embarazo, no podemos hacer más nada.
—¿Cómo? Repite lo que dijiste.
—¿Qué no sabías? —me pregunta y se ríe en mi cara.
—Carajo Martin, esto nos va a hundir más.
—Nunca entendí porque un hijo de Dante arruinara tu vida, déjalo hacer lo que quiera.
—Es cierto, no entiendes, entonces no pre