-No importa; entiendo que sea un juego que os guste.. a los hombres
Micah rozó su mano, pero no atrevió a agarrarla.
El coche frenó a la puerta del hotel y Albert encendió la luz interior.
-El hotel Bell -dijo innecesariamente y volvió la cabeza para mirar a sus pasajeros.
Ruth había esperado que Albert procediera de aquella forma, así que sonrió al ver la mueca de frustración en el rostro de Micah.
-No te preocupes, llegaré bien a casa -dijo ella-. Estoy entre amigos; muchas gracias por una noche tan maravillosa, Micah. Me he divertido mucho.
-Yo también -dijo él-. Yo...
Ruth extendió su mano para que se la estrechara.
-Buenas noches, Micah.
Advirtió un torrente de emociones mostrándose en el rostro de Micah; irritación, frustración, pero también se