-No gracias, Angy. Susana y yo necesitamos intimidad. Espero que no os importe –miró hacia el hotel-. Será mejor que vaya a buscarla. Ya está tardando mucho.
-No, claro que no. Disfrutad de vuestra luna de miel –intervino Patricia. Inmediatamente después, miró a su hermano por el rabillo del ojo. Por nada del mundo quería perderse su reacción cuando comprendiera que Pedro era un hombre casado.