Felipe sentía que por fin la suerte se ponía de su parte. No estaba mirando a Ángela, pero notaba su respiración irregular y sus pequeños sobresaltos cuando rozaba su piel con los dedos. Le gustaba tanto aquello que se estaba tardando más de lo debido.
-¡Listo! –exclamó Felipe sonriendo y levantando la cabeza.
Ángela se encont