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~ El punto de vista de Lucian
Isabella volvió a sonreír y le hice un último gesto de asentimiento antes de salir de la habitación y cerrar la puerta con cuidado. En cuanto salí al pasillo, llamé a la jefa de las criadas, Marissa, quien había servido en el palacio durante muchos años.
Marissa apareció enseguida, con su postura erguida y profesional como siempre. «Alfa Lucian, ¿en qué puedo ayudarle?», preguntó con una respetuosa reverencia.
—Tengo una tarea especial para ti, Marissa —empecé—. Me gustaría que le asignaras algunas doncellas a Isabella, la joven que se aloja en la habitación de invitados. Necesitará ayuda para familiarizarse con el palacio y adaptarse a su nuevo rol.
Marissa asintió con expresión atenta. “Por supuesto, Alfa. Me aseguraré de que tenga el apoyo que necesita”.
“Bien”, respondí. “Pero una cosa más. Me gustaría que también tuviera un trabajo en palacio. Algo que la mantuviera ocupada y la ayudara a sentirse involucrada, pero que no fuera demasiado exigente.