Una vez dentro del coche, miro a Amara y beso su frente, mi madre nunca sabía cuándo cerrar la boca, la cena estaba perfecta, primero mencionó boda, luego su cáncer y finalmente bebés, sabiendo perfectamente que ese era un tema delicado incluso para mí, Anna tenía que decirle pronto a la mujer o seguiría acosandome sobre cuándo le daré nietos.
— De verdad, lo siento por mi madre — digo, Amara sacude la cabeza y se limpia las lágrimas que han empezado a correr por sus ojos
— Solo quiero irme — pide, y yo asiento
— Quedate conmigo esta noche, no quiero dejarte sola — pido, ella asiente, pero realmente no parece estar prestando demasiada atención, así que conduzco en silencio hasta mi apa