—Descuida, es normal.
—Por cierto... ¿Qué hora es?
Se levanta de la cama y camina hacia el escritorio, toma su teléfono y enciende la pantalla, al ver la hora, resopla con fuerza y se vuelve a sentar a mi lado; su expresión de fastidio me da mucha risa.
—Son las cinco de la mañana... Dios bendito....
Antes de que pueda decir algo más, tocan a la puerta del cuarto, mi amiga enseguida atiende y la abre un poco, asomando levemente la cabeza. Una vez que sabe quién está al otro lado de la puerta, la abre de par en par y lo invita a pasar. Como era de esperar, Reese entra al cuarto y me voltea a ver para luego acercarse a nosotros.
—Espero les hayan dejado dormir.
—Sí, sólo se acaban de despertar ahorita y me sorprende que sean muy tranquilos.
Una vez que terminan de comer se separan de mí y de forma torpe caminan por la cama, olfateando el olor de su padre y tratan de seguirlo, dos de ellos enseguida lo encuentran, pero el tercero no logra encontrarlo, parece ser que tampoco tiene un olfa