De lo cansada que estaba ni siquiera me pude poner el pijama, toco los bolsillos traseros de mi pantalón y siento mi teléfono, enseguida lo tomo y lo reviso con desesperación. Abro los ojos de par en par al ver que tengo varios mensajes de mi hermana. Sin darme tiempo a responderle los mensajes me llama.
—¿¡Donde andas?! ¡Te estoy esperando desde hace rato, apurate!
—Ya voy, no grites... además estoy yendo a ayudarte de buena fe, porque bien puedo volver a mi cuarto y seguir durmiendo plácidamente.
Ella suelta un gruñido de enojo; mi relación con mi hermana antes era buena, pero después de lo ocurrido con mi ex, las cosas entre ella y yo fueron a pique, me reprocha el hecho de que me dejara sumergir en esta depresión por un idiota que no vale la pena y por más que traté y trato de explicarle como me siento... ella simplemente me señala y me juzga, por eso he preferido no decirle nada.
—Más te vale que te apures, porque si no te haré la vida imposible.
—Sí, si... mira callate que estoy