118. Una nueva realidad
Mientras los guardias escoltaban a Malcolm y su familia fuera de la sala, Sarah se permitió una leve sonrisa que ocultó rápidamente tras un pañuelo de seda oscura. A su lado, Nathaniel mantuvo la compostura, aunque sus ojos brillaban con satisfacción apenas contenida.
—Ha terminado —susurró ella cuando todos los nobles comenzaron a abandonar la sala—. Hemos ganado, mi amor… ahora pronto nos casaremos.
Nathaniel asintió sutilmente.
—Pronto seré el nuevo lord de las minas de aerolita, y tu esposo, por supuesto, eso es más importante… —murmuró dejando en claro el orden de sus intereses—. Y tú, mi querida, serás finalmente libre.
Tiempo después, en las celdas subterráneas del Palacio de Justicia, a Malcolm ya le habían colocado un collar especial alrededor del cuello: el símbolo de su degradación a Omega que le impediría transformarse, y, además, le colocaron la tobillera que lo esterilizaba para impedir embarazos, artilugios similares a los que llevaba su hermano Gael en el Distrito de la