161. Los cristales del misterio
En la habitación principal, Malcolm examinaba cuidadosamente el contenido de un saco de cuero que había mantenido oculto durante los últimos dos años. Los cristales que había estado recolectando sistemáticamente durante sus expediciones a los túneles, brillaban con una luz interior que parecía pulsar con vida propia, realmente eran piedras muy hermosas. Cada una era única: algunas mostraban tonalidades púrpuras profundas, otras brillaban con un verde esmeralda intenso, y las más raras exhibían un resplandor dorado con rosa que rivalizaba con el poder druídico de Josephine.
«¿Cómo es posible que nunca haya visto estos cristales antes?», se preguntaba Malcolm, girando una de las gemas más grandes entre sus dedos callosos. Como ex-lord de Altocúmulo, había supervisado personalmente las operaciones de múltiples minas de aerolita, había inspeccionado cargamentos, había evaluado la calidad del mineral extraído. Sin embargo, nunca había encontrado nada remotamente similar a estos cristales en