―Andrés, necesito que te quedes aquí, debo ir por mis hijos. ―El hombre apenas podía hablar, ¿Cómo es que esos dos niños pudieron desaparecer así sin más y al otro le esté saliendo un cálido resplandor de las manos? ¿Qué es lo que estaba pasando? Se preguntó mirándolo todo atónito.
―Papá, necesito