CAPITULO 8 –Oscuros deseos

Con mis ojos cerrados no dejo de pensar en ese recuerdo hasta que se desvanece cuando comienzo a llegar a la nota que me volvía loca porque nunca pude perfeccionarla, pero cuando era el momento de comenzar con ella, aquel ardiente beso que nos dimos Arthur yo me hizo sentir como mi cuerpo cobra vida al mismo tiempo que continuo la hermosa melodía.

Al abrir mis ojos mi expresión es agria ante la confusión de los sentimientos que estoy sintiendo al terminar la nota, fruncí el ceño confundido aturdida ya que era la primera vez que esto me pasa.

—¡Lo hiciste fantástico querida! —mi profesor me felicita emocionado. —Me alegra saber que estuviste practicando como te lo pedí.

Ni siquiera había practicado, es más lo había olvidado por completo, no pensé que necesitara hacerlo porque no planeaba volver a tocar esa canción, pero esta vez simplemente me dejé llevar por la melodía acompañada del recuerdo de esa noche que me hizo arder en los brazos de mi guardaespaldas.

Siento su mirada sobre mí, lo veo a los ojos, su mirada no se despega de la mía, sigue cada movimiento mío mientras escucho a mi profesor decirme que continuáramos con la siguiente lección.

Me sentía extraña con el pasar de los días, no sé qué es lo que me estaba pasando últimamente, he comenzado a observar demasiado tiempo a Arthur algo que no es común en mi pero me es inevitable hacerlo y todo esto pasó desde que Arthur llegó a esta casa, lo peor es que comencé a sentir celos de él, no podía ver que alguna mujer se le acercara porque explotaba en cólera y celos.

Eso puede ser muy peligroso para mi porque podría levantar sospechas del pájaro negro de Sergey que ahora pasa mas pendiente de mi desde que llego de viaje, cuando regreso pensé que volvería con Aleksei, pero me equivoque ya que volvió solo.

—Arthur... —llamo su atención. —¿Por qué no tienes esposa?

Deja de limpiar sus armas ante mi repentina pregunta, inclina su cabeza para verme a la cara.

—¿Por qué el interés en eso?

—Estoy aburrida y se me ocurrió saber mas de tu vida ya que pasas 24/7 a mi lado.

Baja su rostro y continua con la limpieza de sus armas dejándome pensar que no respondería mi pregunta.

—No tengo esposa ni familia. —habla haciendo que me acomodara sobre mi cama para escucharlo con más atención. —Las mujeres son complicadas y difíciles de entender. —fue su respuesta.

—¿Pero no te has puesto a pensar que el reloj biológico ya está sobre ti?

—No me interesa el tema de una relación o algo relacionado con el amor, mi trabajo me lo impide y es mejor así.

—¿Lo dices porque eres mi escolta?

Sus ojos se posan sobre mí.

—¿A qué viene el tema de mi vida personal? —su tono interrogatorio me hace suspirar.

—Por la extraña razón de que eres el único que no tiene familia alguna. —argumenté. —Porque por si no te has dado cuenta todos los que trabajan para Aleksei tienen una mujer con dos o tres hijos al menos.

—Mi vida personal no es la incumbencia de nadie, ni mucho menos suya.

—Ya te he dicho que me tutees, ¿Tan difícil es hacerlo?

—Cuando se trata de una mujer como usted, sí. —termina de armar sus armas —Es mejor mantener la raya entre ambos.

Aún a pesar de aquel beso, seguía comportándose tan frío, soberbio y tajante conmigo; eso me molesta porque parece que en verdad no tiene ningún interés por mí y eso me hacía que terminara hablándole de la misma forma, ya había perdido el interés en salir de mi encierro y todo gracias a él, ahora solo quería provocarlo hasta verlo ante mis pies pero es demasiado difícil de lograr.

Tenía un enorme interés de saber sobre él, porque estoy totalmente segura de que esconde algo, y yo, deseo saber ¿qué es?, en el lapso de estas dos semanas transcurridas, intenté seducirlo, pero se resistía al evadirme, ahora solo conseguí que mantenga una distancia de cuatro metros entre nosotros.

—¿Me necesitas para algo más? —al menos había logrado que me tuteara.

—No. —dejo mi cepillo de cabello en mi tocador. —Buenas noches.

—Buenas noches, Elena.

Al marcharse, me desvisto poniéndome algo más cómodo para dormir, pero al final opté por dormir desnuda, al tirarme sobre mi cama, mi vista se queda fija en el techo blanco mientras el recuerdo de ese beso me tortura constantemente incluso en mis sueños.

No sé qué me está pasando, ¿Cuál es mi obsesión con Arthur?, pienso que puede ser su rechazo lo que me hace perseguirlo y eso no me enloquece por que no soy así pero cuando se trata de el siento que mi parte mas oscura sale a flote con todas las fuerzas que posee

—Arthur...

Cierro mis ojos mientras mis manos se deslizan por mi cuerpo imaginando que eran las suyas, enarco mi espalda al disfrutar de las caricias que me hacía a mí misma mientras me hacía creer a mí misma que era de Arthur, tiro de mis pezones mientras jadeo al sentir mi cuerpo encenderse con las llamas del deseo.

Su rostro aparece frente a mí, esa sonrisa fría está a pocos centímetros de mi rostro, su mirada lujuriosa cuando nos besamos me prende con locura deseando que esto fuera real, que eran sus manos las que me estaban deleitando con el placer y el deseo al sentir dos dedos sobre mí botón sensible.

Enloquecida por el deseo de sentirlo, trazo círculos mientras mis gemidos demuestran que quería que me follara, quería nadar en el placer de los orgasmos mientras me susurra en el oído

 “Ansiaba tus gemidos Elena”.

Abriendo mis piernas comienzo a gemir sin darme cuenta que lo hacía demasiado alto, ni siquiera me importaba si me llegasen a escuchar o que él me escuchara, lo único que quería era imaginar que por un segundo, era el quién me estaba volviendo loca de placer.

—Arthur!...

Muerdo mi labio superior al sentir que estoy por explotar, pero, darme placer a mí misma no fue suficiente motivación para lograr obtener mi recompensa.

Imaginarlo no es suficiente para mí, necesitaba más que mi imaginación para lograr lo que tanto deseo.

—¡Maldición!

Porque es tan frustrante todo esto, me desespera tanto que siento tanto coraje porque lo único que quería ahora mismo es a el pero no, el muy imbécil se la da del macho misterioso que no tiene ningún tipo de sentimientos.

Si me lo preguntan, eso es algo estúpido porque no hay hombre en la faz de la tierra que no sientan algo por una mujer a menos que sea gay, incluso los gay son capaces de enamorarse, pero este sujeto parece mas bien un robot que un hombre.

Y eso es algo estúpido de pensar también porque no es una maldita película si no la realidad de mi vida, una vida que ha tomado muchos giros inesperados desde que tengo uso de mi memoria, si, es un fiasco porque cualquiera pensara que lo tengo todo pero no es así porque ni siquiera el dinero podrá devolverles la vida a mi familia adoptiva.

Mientras suspiro siento que de pronto algo tibio lame mi coño, reaccionando de inmediato me apoyo con mis manos al colchón de la cama asustada al no saber que había sido lo que me lamió.

—Eres deliciosa Elena.

—¿Arthur? …

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