Se mueve ligeramente, y aunque sigue dormida, el color de sus mejillas florece en un rubor que conozco bien, como si incluso en sueños respondiera a mi toque.
—Ya estoy aquí —murmuro, mi voz un eco suave en la habitación.
No despierta. Su sueño es profundo, pesado, y sé que el embarazo la ha agota