Alaric gruñe algo entre dientes, pero termina sacando su tarjeta mientras el vendedor casi aplaude de felicidad.
—Listo —dice, guardando la caja en el bolsillo de su saco—. Ahora sí, vamos.
—¿Eso fue solo un momento? —pregunto con sarcasmo mientras lo sigo—. Si me haces acompañarte a comprar flore