—Más duro… —ruego con la voz entrecortada—. Más, Artem, dame más.
Con un movimiento feroz, me estampa contra la pared, sus dedos enredándose en mi cuello mientras me besa con furia. La presión de su mano me deja sin aliento, y el ahogo mezclado con la intensidad de sus embestidas me lleva al límite