Mi piel está erizada; aún me afecta, y probablemente seguirá haciéndolo por mucho tiempo. Pero, en este instante, me enorgullece haber resistido, haberle negado lo que un rincón de mí deseaba concederle. Siento la tentación, pero no cedo.
Pocos minutos después, Thea aparece por la puerta y me encue