—No se atrevan a seguirme —les advertí, con voz dura—. Necesito hablar con ella, a solas.
Dejé la amenaza en el aire y subí rápido detrás de ella. Llegué a su habitación lo más rápido que pude, y allí la encontré, entretenida con su teléfono. No me importaba una m****a lo que estuviera haciendo. Pe