Mientras el auto avanzaba, el corazón de Aisling latía con fuerza, agitado y temeroso. Estaba sentada sobre las piernas de Alaric, mientras Gerd conducía de regreso a Berlín tras haber sido recibidos por los hombres de Alaric en el puerto de Emden.
¿Qué pasó con la promesa? Alaric le había asegurad