Todos se movieron en cuanto lo que parecía documentación personal fue colocado en manos de Thaily Müller.

Johan también lo hizo, saliendo por una puerta diferente, sin perderlos de vista. Habían pasado meses desde que habían colocado precio a la cabeza de esa mujer.

Abordó el auto cerrando las ventanas, indicando a Cristóbal que siguiera el vehículo en donde estos se movilizaron. No podían perderlos de vista.

Algo le dijo que ella podía descartar o confirmar si el padre de su hijo había fallecido realmente o solo era uno más de sus juegos.

—La mejor forma no es seguirlos desde aquí— dijo el candidato y Cristóbal entendió por qué. La carretera era de una sola vía. No podían arriesgarse a ser vistos.

Pero habían quienes sí podían tener los ojos sobre ellos cuando atravesaran la siguiente bifurcación.

La única orden que Johan pudo dar fue la de no perderlos de vista. Cristóbal podía encargarse de organizar eso. El siguiente mensaje que envió hacia New York contaba con el dato, indi