Él la cargó hasta llegar a la ducha, la dejo en el suelo, abrió la llave aún estando los dos con la ropa puesta, la besó para que no protestara y fue desnudándola, los botones de su blusa simplemente volaron, él se deshizo de todo lo que estorbaba, tomó el jabón y empezó a pasarlo lentamente por el cuerpo de Audra.
—Estás húmeda— Dice con la voz ronca.
—Nos estamos bañando— Le dice ella para tratar de ocultar que se está volviendo adicta a él.
Alexander niega con la cabeza.
—Se la diferencia— Mete la mano entre los dos e introduce un dedo en ella. —Esto que sale de aquí, es suave, caliente y sabe delicioso—.
Ella se retira acalorada y le tiende la mano.
—Es mi turno, quiero enjabonarte a ti—.
Él accede sonriendo, ella acerca el jabón a su piel, su cuerpo era como tallado a mano y entendió q aquello también era una tortura y más cuando él la miraba de aquella manera.
Esa noche entre sus brazos ella le dijo que lo amaba, esas palabras brotaron antes de que pudiera detenerlas, él le pidi