—¿Tan rápido? —preguntó Lucía sorprendida.
Daniel asintió levemente mientras sacaba un termo de su mochila: —Te has mojado con la lluvia y tu ropa está húmeda. Bebe un poco de agua caliente para entrar en calor.
Era un termo de vacío. El agua tibia, a unos cincuenta grados, transmitió una sensación de calidez inmediata al beberla, haciendo que toda la parte superior del cuerpo se calentara.
Lucía no pudo ocultar su asombro: —¡Profesor, incluso trajo agua caliente!
Daniel no respondió, pero levantó la mirada casualmente y se encontró con la mirada inquisitiva de Jorge.
—El profesor Medina viene extremadamente bien preparado, ¿no?
Daniel respondió con tono neutro: —Acostumbro a preparar todo antes de salir. Si las heridas de Lucía hubieran sido más graves y no tuviéramos medicamentos a mano, las consecuencias serían impensables.
Jorge suspiró con resignación, sintiendo que había una indirecta para él.
Lucía: —...Por cierto, profesor, ¿conoce el camino de regreso?
Daniel: —Con esta oscuri