Los platos los lavaron juntos, y también limpiaron la cocina entre los dos.
Finalmente, salieron juntos a tirar la basura. Lucía se puso su plumífero y agarró las bolsas. Daniel también salió con dos grandes bolsas de su casa.
—Profesor, ¿cuánto tiempo llevaba sin tirar la basura?
Daniel: —¿...Medio mes?
Quién lo hubiera imaginado del profesor.
Al menos solo eran cajas y bolsas de plástico, nada que pudiera pudrirse como restos de comida o cáscaras.
—Vamos.
Mientras bajaban se encontraron con una pareja de ancianos del mismo edificio que volvían de tirar su basura, cogidos de la mano.
—¡Ah, Daniel y Lucía también salen a tirar la basura!
—Sí —asintió Daniel.
La anciana miró sonriente a Lucía: —¿Qué has cocinado hoy, Lucía? ¡Se olía desde abajo!
Lucía: —Fondue de setas.
—¡Ah! ¿Las setas que recibió Daniel ayer?
Ayer, cuando Daniel recogió el paquete, se encontró con la anciana que volvía de la compra y le preguntó sobre cómo conservar las setas.
Lucía asintió.
La sonrisa de la anciana s