Capítulo 30
Cloe se aclaró la garganta mientras se acercaba a sus padres. Ambos estaban en el jardín trasero en una silla colgante y se besaban como dos adolescentes. No la sorprendió ni un poco verlos así, pero no desaprovechó la oportunidad para jugar con ellos.

—Un día de estos me dejarán verdaderamente traumada —dijo con una sonrisa.

Sus padres se separaron, aunque su padre mantuvo una mano rodeando la cintura de su esposa.

—Pero miren quien es. Creí que estabas desaparecida o algo así. Ha pasado una eternidad desde la última vez que te vi.

Debió suponer que su padre también vería la oportunidad de decir algún comentario de los suyos.

—Papá, deja de ser tan exagerado. Fabrizio y yo estuvimos aquí el fin de semana.

—¿Es así? No lo recuerdo, ¿tú sí, cariño? —preguntó él volviéndose hacia su esposa.

La aludida se limitó a sacudir la cabeza y darle un suave codazo.

—Hola, cariño —saludó su madre y se puso de pie. Ella envolvió los brazos alrededor de ella—. Es bueno tenerte aquí. Entre tu papá
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