Todo su cuerpo estaba adormecido, incluso le costaba trabajo mantener sus ojos abiertos, las caricias que Dante le brindaba en su espalda eran tan suaves y placenteras que pronto se quedaría dormida. Pero no quería quedarse dormida, no aún. Cuando despertaba el volvía a ser frío y eso ella no lo quería, no aún.
—Quiero ir contigo la próxima vez que veas al arquitecto – le dijo el en un murmuro.
—No es necesario, entiendo lo suficiente de…
—No se trata de eso, no le he visto, quiero ver quien es – dijo serio. Cristina se preguntó por qué tanta protección—
—Bueno, como quieras – le dijo ya casi dormida.
Por la mañana Cristina sintió el espacio vació de su esposo, ya no le extraño ni mucho menos, solo se levantó e inte