La puerta se abrió completamente y me dejo verlo.
Era el maldito acosador.
—Ya despertaste Ann— se acercó a mi sonriente y me levante de la cama— tranquila, aquí nadie nos vera.
—¿En dónde demonios estoy?
—En nuestra casa— sentí una punzada en mi corazón y empecé a llorar— no llores mi amor— me abrazo, mi cuerpo se sentía débil, trate de empujarlo, pero me abrazo más fuerte— no te vas a alejar de mí jamás, te lo prometo.
—Por favor, déjame ir— solloce.
—No sabes cuánto he estado preparando este momento, por fin voy a poder estar contigo Ann, no te pienso soltar— toco mis mejillas, temía que me besara de nuevo— ponte esto.
Dio la vuelta hacía la puerta y tomo una bolsa y me la dio.
—Se te vera hermoso— mis manos me temblaban, lo saque, era un vestido blanco— No querrás que te ayude ¿Verdad?
Negué con la cabeza y volvió a sonreír.
—Te veo en