Una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios. Como una niña que no quería despertar al lobo dormido, se deslizó con cuidado fuera de sus brazos. Quería sorprenderlo con el desayuno, algo que normalmente él hacía por ella.
Mientras freía los huevos, el sonido familiar del chisporroteo llenó la cocina. Le recordó aquellas mañanas tranquilas de antes. Cocinar para él era algo sencillo, pero para ella, era su forma de demostrar amor.
Una suave sonrisa apareció en el rostro de Dave mientras la observaba desde la cama. Se había despertado cuando ella se levantó, pero fingió seguir dormido. Sentía curiosidad, y verla tan concentrada le llenaba el corazón.
La luz del sol se deslizaba por el suelo mientras el aroma del desayuno inundaba la habitación.
Bianca estaba poniendo la mesa, colocando con cuidado cada cubierto. Justo cuando terminó, unos brazos fuertes la envolvieron por detrás.
—¿Por qué no dormiste un poco más? —susurró cerca de su oído, luego le dio un beso suave en el lóbulo.
Ella