Tras examinar detenidamente a Madison, el médico se giró hacia los hermanos, que lo observaban con ansiedad.
—Hay señales de que está despertando, pero no puedo predecir cuándo ocurrirá. Sigan hablándole, pasen tiempo con ella —aconsejó con amabilidad.
Sus rostros se iluminaron de alegría mientras se miraban con lágrimas en los ojos.
El médico se retiró, y Bianca limpió con cuidado a Madison antes de hablarle en voz baja.
Al mirar su reloj, se dio cuenta de que ya era tarde.
—Leonel, tengo llamadas importantes de trabajo esta tarde. ¿Puedes quedarte con mamá? Regresaré lo antes posible.
Leonel la miró y asintió.
—Ve tranquila. Yo me quedo.
Bianca tenía una reunión pactada con Reece a las dos de la tarde, y no podía darse el lujo de faltar.
—Vuelvo pronto. Llámame si pasa algo.
Besó rápidamente la frente de Madison y se marchó.
Esa misma tarde, Bianca entregó los documentos correspondientes en la firma de Reece. Él revisó con atención los datos de sus socios y su agencia, pro