Punto de vista de Adrián
La observé mientras se recostaba en el sofá. Se había dormido enseguida y verla tan tranquila y serena me tranquilizó.
La tomé en brazos, la llevé del sofá a nuestra habitación, la dejé allí, me cambié de ropa y volví a mi oficina para intentar encontrar a Isabel.
Cogí el teléfono y la llamé. Tal como esperaba, no contestó, por más que la llamé. Ni siquiera cuando sonó.
Volví a mirar el mensaje que había recibido antes. Quería llamarlo, pero sabía que ese número probablemente ya no existía. No había nada más que hacer que esperar.
Cayó la noche y seguí trabajando toda la noche, pero nada había cambiado. Intenté averiguar quién era el dueño del coche del vídeo, pero fue en vano.
Sonó mi teléfono y lo cogí sin mirar.
—Buenas noches, Sr. Moretti. Soy el gerente del concesionario Tesla Model LA —anunció, y me incorporé.
—¿Hay alguna novedad? Algo de lo que les pedí a mis hombres que averiguaran —dije antes de que pudiera cambiar de tema.
Se aclaró