Luego del almuerzo que me tocó pagar, fuimos hasta la panadería a pesar de que Mell no estaba de acuerdo, pero prometió apoyarme en las decisiones que tomara.
—Me llamas cualquier cosa, ten el celular pegado a tí —pidió mi amiga por décima vez.
—Así lo haré, Mell —musité asintiendo con la cabeza.