Esta era su Lucía y él pretendía disfrutarla al máximo. Incluso cuando sintió su cuerpo explotar bajo su boca, la abrazó con fuerza, necesitando saborear plenamente su esencia. Solo después de que el último temblor abandonara su cuerpo, se apartó del beso íntimo. La miró, se encontró con la mirada aturdida en sus ojos y una sonrisa curvó su boca mientras se lamía los labios.
"La mejor Lucía que he tenido el placer de saborear", susurró.
"Te necesito", susurró ella, la palabra apenas audible. "Te quiero dentro de mí".
Levantando la cabeza, la miró con ojos solemnes, un mechón de cabello suelto cayéndole sobre la frente. Parecía joven, despreocupado y tan tentador como el diablo. "Lo que quieras, Lucía".
Se arrodilló y se inclinó hacia delante, con una mano a cada lado de ella. El calor de su cuerpo era como una manta cálida. Empujando sus rodillas un poco más abiertas, él acomodó la cabeza de su erección en su húmedo centro y empujó. Sus talones se hundieron en la manta. Los párpados s