Capítulo 3:

La miré y tratando de sonar lo más segura posible y le respondí.

_ Estaré bien. volveré antes de lo que piensas, no importa si me ponen a hacer trabajos forzados o humillantes. Dije que tomaría la responsabilidad.

_señorita Mikaela, por favor. -me llamó el viejo indicando que entrara al auto.

_no, no, no. Mika. no sabes que pretende esa gente. vamos con la policía, no sé. simplemente no vayas.

abracé con fuerza a Lila.

_estaré bien. por favor, no le digas a Erick. trataré de volver lo más pronto.

_señorita Mikaela.

solté a Lila y me metí rápidamente en el auto. Sentada atrás con el jefe, me giré para ver cómo Lila se quedaba mirando transtornada el auto que cada vez se alejaba más de ella. Realmente no estaba tan aterrada, incluso si me dijeran que me iban a matar, el hecho de haber protegido a mi única amiga me daba valor y tranquilidad que me permitía estar serena en esa situación.

El auto estuvo viajando durante unos veinte minutos en los cuales todos estaban en silencio. El chófer, Edgar el calvo, solo se centró en conducir, el viejo que estaba sentado de copiloto se limitaba a responder correos en su celular, y el jefe, sentado a mi lado, solo miraba a su lado, en la ventana, los paisajes que se dibujaban. Paisajes que me mostraban que tanto nos estábamos alejando de mi ciudad.

_¿Que es lo que van a hacer conmigo? - pregunté directamente cortando el silencio, aunque nadie me respondió durante un buen rato.

Impaciente, iba a volver a preguntar cuando el viejo me respondió.

_Ya que usted dijo que se haría responsable por el incidente, mi señor tiene en mente como se lo puede compensar.

_ Bien, ¿y como será?

otro silencio prolongado.

_ ¿acaso quieren hacerme cometer un crimen? ¿ si saben que solo derramé café en el parabrisas?

_ no, no. señorita. nada de eso. Solo trabajará una semana como mucama en la mansión.

una semana... eso no era nada rápido. Erick se iba a morir de los nervios si no regresaba hoy mismo.

_ ¿no hay una forma más rápida de compensarlo? le puedo entregar mi cuerpo si el jefe quiere.

el hombre a mi lado, que había estado ignorandome todo el rato fijó sus ojos en mi, el viejo comenzó a toser de la impresión y Edgar me miraba a través del retrovisor.

_S-señorita Mikaela, e-eso...

_no me mal entiendan, no es como que suelo hacerlo. en realidad soy virgen, solo que no tengo una semana. acabemos con esto ya.

el viejo me miraba atónito. Sabía que al mensionar acostarme con el jefe pensarían que era una ramera que solucionaba todo con sexo, pero tal como les había dicho, era virgen, solo que para mí el ser pura no era importante. Muchos de los novios de mi madre trataron de arrebatarme esa pureza, pero como la salvaje que era jamás me dejé. Más por una cuestión de orgullo y autopreservación que por moralidad. y al estar constantemente en ese tipo de situaciones, aprendí a desprenderme de cosas que realmente no necesitaba. Si mi primera noche con un hombre, servía para salir de esto rápido, no me iba a importar hacerlo. Cuando me subí a ese auto estaba preparada para ello.

El viejo sudaba mares y parecía incómodo en su asiento.

_¿que edad tiene usted?, señorita.

_ pronto cumpliré los dieciséis.

casi me sentí mal por el viejo, se mostraba ansioso y preocupado pero yo estaba tranquila. Incluso si decían que no, buscaría otra solución. No había manera de que me quedara una semana sea donde sea que me llevaran.

_Bien. - respondió el jefe, aunque en vez de emocionado, parecía aburrido y siguió mirando hacia la ventana.

Nadie más dijo nada después de eso. El viaje duró alrededor de hora y media, lo que me indicaba que estaba bastante lejos de mi zona. Eran aproximadamente las tres de la tarde, el día era claro y soleado. Me sentí en paz. Lo único que tendría que hacer era tirarme en una cama y dejar que el hiciera lo suyo. Bastante simple. Tal vez dolería al ser la primera vez, pero no importaba. volvería a mi vida y haría como si nada hubiera pasado. esperaba que Lila no me delatara y confiara en mi. Trataría de comunicarme con ella para hacerle saber que estaba bien. También con Erick. Eran las únicas personas que me importaban.

Bajamos del auto, y entramos a una gran y espaciosa mansión con apariencia sofisticada. todo lo que esperarias de la palabra elegante. Me quedé impresionada ya que jamás había estado en un lugar tan grande. Mientras curiosiaba las esculturas de mármol que decoraban la entrada escuché mi nombre repetirse en una conversación.

_ señorita Mikaela, por favor. Acérquese.

Me acerqué al viejo y al jefe, también a una mucama que se había unido a ellos.

_te encargo el resto, Harold.

_si, mi señor. - respondió el anciano.

Ví como el hombre se alejaba despreocupadamente y centré toda mi atención en Harold.

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