Nael, en su intento de no demostrar falta de cortesía, contuvo un suspiro de fastidio.
Si algo debía reconocersele a Haleine LeBlanc, es que era una mujer perseverante.《EL QUE PERSEVERA; VENCE》Así solía decir la abuela, pero este no sería el caso. Él amaba a una sola mujer; capaz de darle todo lo que necesitaba y mucho más. Tomó el teléfono y lo llevó a su oído. -Buenas tardes, señorita LeBlanc. -Alteza- dijo con voz entusiasta- que placer saludarle. Usted podría llamarme Haleine.-Podría, pero no es adecuado. ¿A qué debo el honor de su llamada? -Mi padre me ha dicho que usted se ha negado a nuestra propuesta.-Así es, me avergüenza mucho tener que declinar su oferta pero, mi corazón ha sido ocupado por otra dama. -Altez