Vanessa, no pudo parar de llorar por lo que le parecieron horas. Un llamado a la puerta la sobresaltó.
-¿Estás allí, Vanessa?- era la voz de la tía Isabella. Contuvo los sollozos y gemidos, no quería que la vieran así. Al no obtener respuesta después de un segundo llamado, la Reina se marchó.Fue entonces cuando Vanessa, bajó apresuradamente de la cama y le pasó el seguro a la puerta, no permitiría que nadie la viera de aquella manera. Volvió a acurrucarse en la cama sintiendose insignificante, las palabras de ella realmente la habían herido. Debía ser fuerte, si quería un futuro junto a Nael, debía llenarse de mucha fortaleza. -Seré fuerte mañana- se dijo entre hipidos- mañana lo seré. Hoy... no puedo.Aún entre gemidos, se quedó dormida.Volvieron a llamar unas horas más tarde, logrando sobresaltarla.
-Cariño, soy tu padre... abre la puerta- Vanessa, contuvo un sollozo, le hablaba de forma tan dulce que lograba volver