Antoine, observó a su hija sin parpadear.
¡Se había vuelto loca! No creía lo que estaba escuchando de labios de su pequeña.-Cariño... El Príncipe, es un ser humano, no es... algo. Sabes que suelo complacerte en todo, mi amor. No hay nada que hayas pedido que yo haya podido negarte...-¡Entonces no comiences ahora!- sus ojos llorosos lo miraban desconsolados.-Mi amor, El Príncipe es libre de tomar sus decisiones, sobretodo una tan importante como lo es el matrimonio, no puedo pedirle que...-¡Pero yo lo quiero!-gimió. -Haleine...- la abrazó, estrechándola fuertemente entre sus brazos- no puedo hacer lo que me pides, entiéndelo, mi amor- ella sollozaba temblando. -Ofrecele lo que quiera- suplico. -No puedo comprarte un marido, al menos no uno como Nael, ¿Qué puedo ofrecerle que ya no tenga? -¡No lo sé, papi. No lo sé!-Tiene todo un