Capítulo 21 – Confesiones y langostas.
Nos encontrábamos en el restaurante de un lujoso hotel, junto a él, comiendo una deliciosa langosta, mientras él bebía un poco de vino de su copa.
- ¿cómo puedes permitirte todo esto con el dinero que ganamos en la agencia? – Pregunté con curiosidad, mientras abría la langosta para seguir devorándola.
- Tengo más negocios aparte de ese – aseguraba, mientras ponía la copa sobre la mesa, y se preparaba para atacar la langosta.
- Kevin – le llamaba su padre, llegando hasta nosotros, haciendo que ambos mirásemos hacia él sin comprender que hacía allí – es toda una suerte encontrarte aquí…
- Suerte mis cojones – espetaba él, mientras yo le miraba con los ojos desorbitados por la forma en la que le respondía a su progenitor – sabías perfectamente que estaba aquí,