Capítulo cuarenta y tres
Cambio de planes— Apuesto a que no esperabas volver a escuchar mi voz —no digo nada. Estoy demasiado sorprendida—. Bonita celebración. Me siento herido por no haber recibido invitación.
— ¿Qué quieres? —Espeto secamente, una vez he conseguido encontrar mi propia voz.— Asegurarme de que aceptarás la propuesta de Dante —creo que estoy hiperventilando—. Te casarás con él, quieras o no.— ¿Y cómo pretendes que te obedezca? —Bufo escéptica. He recuperado la compostura.— ¿No te has preguntado por qué no te delatado a ti o a Luciano? —Más de uno de los presentes comienzan a notar mi actitud fuera de lugar—. Es momento de jugar mi Az bajo la manga.— Dime, muero por saber —expreso irónica—: ¿Sabe tu amiguito Massimo que juegas a sus espaldas con su futuro yerno?Luciano se coloca delante de mí, imponente. Con una mano en su pecho, le detengo.— Ese no es tu problema —replica—. Concéntrate en lo important