—Estoy demasiado pesada. -- Mis frases automáticas por defecto salen de mi boca mientras dejo de besarlo.
Me agarra el trasero con las manos y entrecierra los ojos. «Cierra las piernas a mi alrededor».
Sigo sus instrucciones, engancho mis pies en su espalda y me aferro a él con todas las fuerzas que tengo.
—Hagamos una nueva regla. Basta de autocrítica negativa—, murmura.
—Está bien.— Aceptaría cualquier cosa ahora mismo.
Me estampa contra la pared y me quedo sin aire. —Usted, Sra. West, no pesa nada. Ni nada de lo que le ha contado su hermana. Por cierto, tengo muchas ganas de conocerla. Parece que es un placer estar con ella—. Su voz está cargada de sarcasmo mientras me roza la mandíbula con la nariz. Inhalando profundamente, me respira. —Tiene el peso perfecto para hacer flexiones de bíceps. Voy a ejercitarme mientras la levanto y la bajo por mi polla—.
—Experiencia dos por uno—.
—Exactamente. —Empuja su pelvis contra la mía y luego me roza la boca, tocándome, saboreándome y lamién