C56-¡SE ACABÓ!
Elizabeth se había quitado el vestido y se había puesto una simple bata, lista para dejarse caer en la cama y cerrar los ojos con la esperanza de que el sueño apagara el dolor. Pero el golpe en la puerta la hizo detenerse; su corazón dio un vuelco. No necesitaba adivinar quién era.
Abrió la puerta y salió, cerrándola tras de sí. No quería que Melinda despertara. Afuera, bajo la luz tenue del pasillo, estaba Gideon.
Él la miró de arriba abajo y su pecho se contrajo con violencia al ver sus ojos rojos, hinchados por el llanto. Su propia rabia contra sí mismo lo abrasó por dentro. Se maldijo por no haber previsto esto, por no haberla protegido de semejante humillación. No tenía idea de que ella se presentaría en la cena, pero tampoco la culpaba. Él mismo le había prometido que le daría su lugar como Luna, y esa promesa había quedado hecha pedazos frente a todos.
—Elizabeth…
Ella sostuvo la mirada, aunque cada fibra de su ser pedía apartarse.
—Narissa no significa nada. ¡Na