Lizandro escuchó a la amiga de su esposa llorar con mucho sentimiento, ella repetía una y otra vez que no lo había engañado, que lo amaba, amaba a Luciano Salvatore con toda su alma pero que alguien le habia tendido una trampa donde ella resultaba serle infiel
— Amiga, si hablas con él tal vez puedan aclarar las cosas, quizás el te escuche y puedas probar tu inocencia
— No... el quiere castigarme, pensaba degradarme de luna y... azotarme hasta la inconsciencia, tuve que huir por qué estoy esperando a su cachorro, si me quedaba y era golpeada lo iba a perder, mi hijo es lo único que me queda del amor que un día nos unió a su padre y a mí
— ¡Dios mío! ¿cómo puedes ser tan ciego y no ver el gran amor que le tienes? Isabella, lo siento tanto
— El no debe encontrarme, no debe saber de mí nunca, o por lo menos mientras esté en embarazo, temo por la vida de mi cachorro
— ¡No, no, mi Alfa jamás permitiría que Luciano te pusiera una garra encima, ¿no es así Lizandro? ¿verdad que no dejarías